MONICIONES SOBRE LAS LECTURAS
1.- El profeta Ezequiel nos invita, en la primera lectura, a modificar nuestra manera de vivir. Siempre hay posibilidad de cambio, siempre existe la posibilidad del arrepentimiento, de mejorar la conducta, de optar por el bien. Sin embargo nosotros despreciamos a determinadas personas que se cruzan en nuestro camino, olvidando que su arrepentimiento puede ser mayor que el nuestro.
S.- Este salmo 24 es una súplica del creyente ante una situación de angustia. Y era una oración muy frecuente entre los judíos contemporáneos de Jesús por la que pedían que el Señor les guiase por el camino justo, el de la verdad y de la justicia. Tambien a nosotros nos puede servir hoy para rectificar y recobrar la inocencia, volviendo al Padre que nos espera.
2.- En la segunda lectura San Pablo nos recuerda cómo Cristo se hizo siervo y bajó hasta tocar la mayor humillación, ocupó el último puesto hasta llegar a anonadarse, marcando así el camino a sus seguidores. Sin embargo la vida común parece olvidarse de ello. Buscamos el prestigio, el ascenso, los títulos, los honores y por desgracia, a veces lo buscamos, en nombre del que arrinconó los privilegios para hacerse esclavo.
3.- El evangelio de Mateo nos recuerda todas esas veces que somos fieles sólo de fachada. Somos correctos, respetamos las formas pero rechazamos una fidelidad que supone sacrificio, un compromiso hondo, una entrega por amor, una generosidad sin excepciones, una vida que grite a los demás. No nos engañemos creyendo que tenemos el Reino en posesión. Otros a los que precisamente catalogamos de irresponsables, quizá se hayan conmovido con la invitación de Cristo y hayan respondido el SÍ con su arrepentimiento. Pensemos que nunca se acaba de ser cristiano de verdad.
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